Sobre el «endgame» y los HD650

Un término muy sonado en este mundo del audio es el concepto de endgame. Su significado creo que es bastante amplio pero podría resumirlo como aquel dispositivo que hace prescindibles al resto de dispositivos de función similar.

Así, unos auriculares endgame supondrían que el resto de auriculares ya fueran innecesarios, un amplificador que fuera tan excelente que no hace falta buscar ningún otro para obtener el sonido óptimo… y sucesivamente.

Como ya mencioné en esta otra entrada, curiosamente este concepto se suele desvincular del ser humano que escucha y siente la música. Es obvio que todos tenemos nuestros gustos, preferencias o estilos musicales predilectos, pero es llamativo que en la gran cantidad de entradas al respecto la mayoría lo pasen por alto y se centren casi únicamente en su precio.

Es muy natural asumir que unos auriculares más caros van a ser mejores, pero la realidad es que a priori, sin haberlos probado ni comparado apropiadamente, lo único objetivo que podemos decir es que cuestan más dinero.

De hecho propugnaría que, simplemente para ajustarnos a la realidad, habría que llamar a las cosas más por lo que son y menos por lo que creemos que serán. Es muy común leer reseñas en las cuales se termina diciendo “sin haber podido comparar con auriculares mejores” o “a falta de un amplificador mejor con el que escucharlo” cuando lo más exacto sería decir “sin haber podido comparar con auriculares más caros (presumiblemente mejores aunque habría que comprobarlo)… mi conclusión es…”.

Esto parece una tontería pero en mi caso cambió mucho mi forma de entender las cosas. Antes, cuando no pensaba de esa manera, siempre que escuchaba unos auriculares pensaba que sonaban bien pero que seguro que habría algo mejor por ahí. Ahora que hay una multitud que podría probar a mayor precio pero no puedo afirmar ni negar que sean mejores que los que tengo ahora.

Entroncando con el concepto de endgame hay muchísimos problemas aparejados pero creo que deberíamos hablar de que quizás haya dos posibles endgames.

El endgame imposible

El que mejor le viene al sistema de consumo sin lugar a dudas y que implica que para llegar a él hay que probar lo máximo posible, cuando no todo lo que hay, y entonces con esa información decidir.

Esto se retroalimenta con una actitud bastante particular de aquellos que tienen más dinero y han podido comprar y probar más, que es recriminar a aquellos que no lo han hecho que les falta experiencia para saber lo que es «mejor».

Seré claro, yo he podido probar bastantes cosas, quizás más que la media, pero a costa de mi propia economía. Haciendo un cálculo de cuánto dinero he perdido con estas compra-ventas, la mayoría motivada por ver si llegaba al endgame, me sale un dinero que podría haber empleado en muchísimos conciertos en directo, varias buenas vacaciones o muchos meses viviendo barato en algún sitio y sin trabajar.

Lo que tengo claro es que ese dinero le habrá venido muy bien a algunas empresas.

El problema más grave que tiene esta forma de entender el endgame es que para el común de los mortales eso es directamente imposible. No tenemos tiempo ni dinero suficientes pero lo que es más probable es que ni siquiera las ganas de experimentar de esa manera.

Si desde luego me pusieran mesas llenas de auriculares, todos los que hay, para que eligiera el endgame creo que tras un rato de pruebas simplemente cogería el que más me gusta hasta ese momento desistiendo de probar el resto. Simplemente porque en el fondo lo que quiero es escuchar música y no estar perdiendo el tiempo probando cosas y analizando detalle por detalle.

Y eso es asumiendo que estuviera en un sistema estático, es decir, sin nuevos modelos que salgan cada mes. Si ya sumase las novedades esta forma de buscar un endgame puede convertirse más en una fuente de inquietud que otra cosa.

Tengo que destacar como en muchos foros ante usuarios contentos con sus auriculares no faltará aquel que les dé una “recomendación” de cómo se puede “mejorar” su experiencia con algo diferente que, por supuesto, no tienen.

Creo que esta es la constante de esta idea de endgame imposible, y es que más que centrarse en aquello que tenemos se centra en lo que nos falta. Es esa fijación de que nuestros auriculares no están mal pero en un prado más verde hay otros mejores (léase “más caros”).

Compras unos Hifiman Arya v1. Sale el modelo v2. Compras el v2 y sale más tarde el Stealth. Vendes el Arya “viejo” (de apenas un año) y te compras el Stealth. Cuando ya crees que tienes los auriculares perfectos alguien te recuerda que tu amplificador es así así, que puedes “sacarle más jugo” con este otro. Si llegas a ese amplificador otro te recordará que te hace falta un DAC con una “sinergia especial”.

Otra constante de este endgame es que esta idea te suele hacer más infeliz.

Iba a escribir “no te hace feliz” pero es que las similitudes que hay entre este endgame imposible y la proliferación de libros de autoayuda hablando de como conseguir la “felicidad” es bastante considerable. Quizás lo segundo sea una consecuencia de que lo primero se ha instaurado en todos los niveles de nuestra vida.

Miramos con envidia los auriculares, coche, casa, vacaciones, facebook, twitter… de nuestros vecinos. Solo nos falta eso que no tenemos para quitarnos ese resquemor, pero quizás el problema sea precisamente estar centrados en lo que nos falta. Los libros de búsqueda de la felicidad propugnan algo parecido: no somos felices porque no queremos o no dedicamos el tiempo suficiente, pero la felicidad está por ahí como un endgame cualquiera. Solo tenemos que hacer dos cosas: creer que ese endgame es posible y por supuesto soltar dinero por ese libro que nos dará las claves.

El endgame real y los HD650

En contraposición creo hay un endgame real al que podemos llegar, pero que implica, al contrario que el otro, estar dispuestos a un cambio de actitud y que no depende tanto del dinero.

Es obvio que hay un mínimo que gastar para tener cierta calidad pero yo diría que quizás tampoco hace falta muchísimo dinero. Este endgame se basa en aceptar con tranquilidad lo que ya tenemos, cosa que es bastante más compleja de lo que parece.

Llevaba ya tiempo con esta idea en la cabeza cuando conseguí unos Sennheiser HD650 en wallapop a un precio muy asequible. En aquel momento mi sistema de referencia eran los Warwick Bravura, unos auriculares muy buenos en sonido pero deficientes en confort. Creí que cuando llegase a los Bravura eso supondría el final del camino, los auriculares que iban a desbancar al resto, pero resultando incómodos me resultó obvio que no iban a ser así ni de lejos.

Estaba una noche con los ojos cerrados escuchando en los Bravura el concierto para piano nº2 de Brahms por Andras Schiff y la verdad es que no estaba sintiendo gran cosa con ellos. Supongo que era una mezcla del disconfort unido a que mentalmente me resultaba desagradable que unos auriculares tan caros no llegasen a lo que esperaba de ellos (que me resultasen incómodos era bastante decepcionante). El caso es que pensé que también podría estar cansado y que ese no era mi momento para escuchar música pero entonces recordé que una semana antes había recibido los HD650 y me habían encantado desde el primer momento.

Durante un momento me pareció ridículo darles la oportunidad. Me dije que sería imposible que unos auriculares que valen 30 veces menos me fueran a convencer tímbricamente, en ataque, claridad… pero me pareció curioso hacer la prueba. Total, en el peor de los casos me iba a dormir y ya está.

El resultado me pareció de lo más desconcertante al principio porque es verdad que durante los diez primeros segundos era obvio que se trataba de unos auriculares “inferiores”, pero luego eso desapareció de mi cabeza y me pude centrar en la música. Y cual fue mi sorpresa que empecé a sentir las emociones que con los otros no tenía, incluso terminé escuchando el concierto entero.

Durante ese rato no podía parar de pensar que era curioso como me quedaría mil veces antes con los HD650 que con los Bravura. Era capaz de ver sus carencias pero lo mejor es que no me importaban, simplemente estaba disfrutando de la música y había rechazado en mi mente esa idea de que “por ser baratos eran peores”. En realidad era justamente al revés: por ser más baratos eran muchísimo mejores ya que me resultaban mucho más cómodos y de sonido no sentía que me estuvieran fallando en ningún momento.

Me dije que quizás eso fuera cosa de un momento de debilidad. A lo largo de la semana siguiente anduve haciendo comparaciones y con todas llegué a la conclusión de que esto sí era un endgame. No era lo más caro, no era “lo mejor”, pero me hacía disfrutar de la música y eso los convertían instantáneamente en mejores auriculares.

También pasó una cosa. Pensé que igual debería “no conformarme” con los HD650 y pillarme algo “más digno” como unos HD800S de segunda mano. A fin de cuentas escribo en un blog que siguen algunas personas, podría parecer que no estoy cualificado para seguir publicando si decía que mi endgame real eran unos auriculares de segunda mano de 200€.

Tras varios meses de esa experiencia sigo pensando lo mismo. Para mí el endgame real está ahí pero implica:

  • Aceptar el cacharro que tengo, da igual que sea caro o barato, lo fundamental es aceptarlo tal como es.
  • No usarlo para analizar música (de ahí que haya escrito menos en los últimos meses) sino para disfrutar de la música.
  • Ser racional en cuanto a los estímulos externos: sigo mirando qué cosas hay por ahí pero ahora en vez de decirme “guau, esos auriculares seguro que son mejores” me digo “lo único que sé es que son diferentes o más caros”.
  • No hacer caso de las reseñas con publicidad claramente encubierta (ojo aquellos que repiten la publicidad del fabricante sobre como “los imanes stealth producen ondas con menos reflexiones y la bobina de neodimio estilizada…”, ¿acaso he visto yo esos imanes y medido esas reflexiones? Lo único que puedo afirmar es que dicen que usan tecnología nueva pero no puedo comprobarlo). Unas fotos bonitas o comentarios superlativos, ¿no serán marketing para crearme insatisfacción y curiosidad?
  • Ser consciente de que el disfrute, lo que es la experiencia de la música, depende más de factores propios que de la “calidad” del dispositivo (hasta ciertos límites).
  • Rechazar comprar cosas nuevas y deshacerme de lo sobrante (me he quedado con dos auriculares): me ha parecido muy agradable no tener que elegir entre varios para escuchar música sino simplemente coger lo que tengo y escuchar directamente. Es muy agradable que no me asalte la idea de que quizás esta canción suena rara con estos auriculares y podría estar disfrutándola más con los otros que tengo en el armario.
  • Cuando estoy oyendo música y algo me chirría intento no pensar que con otros auriculares eso sería mejor. Puede ser un defecto o no ¿pero es tan importante? ¿No será que al centrarme en ese “defecto” lo magnifico y eso hace que el disfrute se vaya?

Es curioso como tras un recorrido probando cosas hayan sido unos auriculares relativamente económicos (aunque ya empecé a pensar sobre ello con los Audio Technica ATH-R70x) me han cambiado más que otros muchísimo más caros. Hay quien dice que “lo suyo” es siempre ir “de menos a más” (entendido de más barato a más caro) pero mi propia experiencia me dice que comparar lo más barato y lo más caro puede ser muy iluminador.

Es raro que en reseñas alguien se ponga a comparar los auriculares de 3000€ con unos de 300€, pero ahora echo en falta no haberlo hecho yo mismo antes pues quizás me hubiera dado cuenta de cosas muy importantes.

4 comentarios en “Sobre el «endgame» y los HD650”

  1. Gracias, Jaime, por este artículo. Sencillamente, las cosas son tal y como las cuentas. De hecho, los que llevamos unos cuantos años de recorrido en esto de la audiofilia “sabemos” que a menudo las mejoras técnicas no proporcionan una mayor “implicación”. Y que es muy difícil que dichas mejoras toquen todas las teclas. Quiero decir que las mejoras en el timbre, pongamos por caso, suelen ir acompañadas de una reducción en la sensación de “aire” o volumen. Y viceversa. Con el tiempo, he llegado a tu misma conclusión: que lo decisivo es cómo un equipo te involucra en la música. Y la “perfección”, curiosamente, no suele hacerlo. El atractivo de una mujer, por jugar con un paralelismo, no depende de que se ajuste al prototipo. Al contrario. Un cuerpo intachable no se deja abrazar. De hecho, unos de los auriculares que más escucho son los LCD-X, los cuales están ciertamente un tanto lejos de ser inobjetables (aunque últimamente, los MM-500 le están ganando algo de terreno 😉 ). Conectados al combo Pro-ject pre box s2-Head box —nada del “otro mundo”— o a un iFi Diablo proporcionan, según mi parecer, un grado de implicación difícilmente igualable. Algo parecido podría decir con respecto a los HD600 (no poseo los HD650).

    Con todo, diría que ello no quita que tengamos que pagar un cierto peaje cuando nos iniciamos en esta “pasión”. Y no me refiero al tener que desembolsar unas cifras que, a menudo, rozan lo escandaloso, sino al hecho de que, de entrada, el sonido que más nos atrapa es el afinado en V…, un sonido que, con el tiempo, “cansa”, al menos en mi caso. En realidad, con el tiempo —no mucho… — terminé decantándome por el neutral con un toque cálido.

    Sea como sea, lo dicho: gracias por tus reflexiones, siempre tan lúcidas. Hay mucho de trampantojo en el “endgame” —y lo digo poseyendo unos cuantos “endgame”—… lo cual no quita que sean, efectivamente, unos buenos (o muy buenos) trampantojos.

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    1. Buenas Josep, para mí es que todo esto es, como la mayoría de las cosas, un mundo de sensaciones individuales.

      Enfocándolo desde ese punto de vista entiendo que conseguir el endgame es mucho más sencillo si entendemos lo que ocurre cuando precisamente no lo logramos. Así, me he centrado más en aquello que dificulta lograr la «sensación de endgame» y en mi caso, que es sobre lo que escribo, son por ejemplo estar analizando continuamente el equipo, comparando con lo que no tengo, pensando que lo más caro será «mejor»…

      Ya me había pasado antes con los R70x. Cuando se me ocurrió compararlos con los Arya Stealth vi que ni de lejos salían mal parados; es más, para su precio me parecían incluso preferibles y sus defectos más tolerables. Con los HD650 me pasó similar, prefiriéndolos incluso a un mastodonte (en precio) como los Bravura por un margen amplio.

      Otra cosa es el tema de la inmersión. Parece que para conseguir una gran inmersión musical necesitamos un equipo de miles de euros pero realmente hay mucho de atención y relajación. Precisamente ayer estaba escuchando los HD650 y disfrutando tan enormemente que sentí que en ese sentido me daban lo mismo que mis otros Stax mucho más caros. Cuando llegas a ese grado de disfrute creo que el precio, o incluso la calidad «objetiva», pierden tanta importancia…

      Para mí los LCD-X creo que serían una gran opción si no me fueran tan pesados a la cabeza. De hecho toda la gama de Audeze me queda restringida tras haber probado en varias ocasiones con el mismo resultado :(. Entiendo perfectamente lo que dices del perfil en V contra otro más neutro pero lo bueno es que con un poco de EQ puedo conseguir diferentes «sabores» en un mismo auricular (hablo de los Stax ya que toleran bien esos cambios). A fin de cuentas no nos tiene que gustar y convencer siempre lo mismo.

      Muchísimas gracias por tu comentario y a seguir disfrutando :).

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